sábado, 26 de marzo de 2011

Capitulo 1: La Pollorca.

Tercera Edad, Edad de los hombres en la Tierra Media, pero ¿Solo de los hombres? Tal vez no. Era una época de felicidad, fiesta y cachondeo para aquellos que habitaban La Pollorca, donde había el mejor Pollo de toda la Tierra Media no comercializado con otros lugares de la Tierra Media, porque además de felices, eran tacaños, lo que hacia de su pollo único y especial. Tan especial era esos pollos que una vez allí nadie dejaba La Pollorca y a consecuencia de tanto pollo, sus habitantes no alcanzaba una altura común entre los hombres, por lo que se les dio el nombre de "hobits", que significa enanos mal hechos para el resto del mundo. Solo dos hobits consiguierón resistirse a los embrujos de La Pollorca. El primero de ellos era el dueño de la mayor granja de pollos de toda La Pollorca y parte del extranjero, él era Hasim Topal-Bolso, de origen turco obviamente, el ratero más agarrado de toda La Pollorca. Algunos le atribuyen la creación del Kebap. Pero Hasim no resistió la tentación por si solo, no para nada, nunca hubiera salido de ella sin ese gran mago, cuyas mantas con la que vestía estaban desteñidas y piojosas, Joroba el gris.

Era una mañana como otra cualquiera en la tierra de La Pollorca. Su césped mojado por la humedad de la noche, olía a hierba mojada. Sus casitas a lo lejos, apenas se apreciaban de día y dejaban apreciar el hermoso paisaje de las colinas... junto aquella tierra fangosa mugrienta y pastoso. Buenas tabernas con el mejor zumo de cebada... acompañado a esa peste de la bodega que colocaba por si sola, lo que salía muy económico. El cielo azul encima de las colinas... adornado por esas palomas puñeteras con punto de mira en la cloaca. ¡Sí! Eso era una buena vida. Hasta que un día un intrépido jinete en busca de un buen pollo y recomendado por uno de sus colegas de tapeo, cruzo ese camino enfangado, diviso esas diminutas casitas de juguetes, piso esos hierbajos y con una sonrisa de oreja a oreja dijo: ¡Ahí va que chorrazo! Y es que nada más y nada menos llego en el día en el que el pollo venía con una oferta: “Comes tres y pagas solo dos”. Ante tal papa como había tenido y tal rata como era el amigo Hasim, Joroba y Hasim se enfrentaron en una dura discusión en la que hacía siglos que el pueblo de Jigo Cerrado había tenido. Y los gritos e insultos empezaron a saltar de la boca de todos los que allí se encontraban.

- ¡Rata peluda!
- ¡Yonqui de mierda!
- ¡Eres más falso que una comedia de Disney Chanel!
- ¡Tarugo!
- ¡Mamarracho!
- ¡Roba brocha!
- ¡Vendo Toyota Celica a buen precio!¡Balato Balato!

Y como no, en el meollo se encontraban Hasim y Joroba

- ¿!Por que no coges tú alfombra y te largas!?, dijo Joroba
- ¡Lah alfombrah no vuelan zoquete!, contesto Hasim.
- ¡Eso es porque no bajaste a la gorda de tu madre antes de arrancarla!, dijo Joroba
- ¡No te metah con la madre de Hasim! Ella no te ha hecho nada, recriminó Hasim.
- ¡Pues ayer parecía que me hacia de todo! se burló Joroba.
- ¡Pero como te atreves! se enfado Hasim alzando el puño.
- ¡Es cierto, yo lo vi ayer! salto una persona mayor!
- ¡Papa! ¿¡de que parte estas!?, replico Hasim.
- ¡Del que me saque a tu madre de casa! contesto el viejo Topal-Bolso.

Así siguieron hasta que Hasim decidió que gastaba más recursos de las que ganancia obtenía partido de la hipotenusa al cuadrado y decidieron cerrar la discusión con una buena borrachera y fueron amigos durante muchos años, pero no avancemos tanto, aun no es el momento de bailar a la comba con la línea del tiempo.

La verdad es que Joroba el gris no estaba allí solo por su pollo. Sus amigos los enanos, los bien formados, necesitaba de alguien lo suficientemente pequeño, para colarse en el castillo de la suegra y robar un objeto con el cual derrotarla de una vez por toda, pero esa no es nuestra historia, o por lo menos por ahora, porque Joroba contrato a Hasim para hacer esa tarea por su ansias de tener algo que no soltar en la vida algo valioso y allí había muchas cosas valiosas, ¡pero muchas cosas valiosas! Pero nunca se imaginó que encontrara algo que lo fuera tanto, pues Hasim se adentro tanto en la cueva que encontró un tesoro qu no era de oro. Diminuto y ridículo. Quien dijese que eso era un tesoro debería estar loco. Pero en realidad escondía en su interior algo más que masa para hacer dulces. Y es que el dichoso tesoro se trataba de una rosquilla, el tesoro de un tal Cullum, un ser desfigurado sucio y mugriento como las ratas y los calzones cagados con más vueltas que los del frutero después de un año con ellos puestos. Sudoroso y apestoso como el azufre pero cruel y loco como cualquier criatura de la Tierra Media podría estarlo. Estaba tan loco, o loca, quien sabe que sería ese ser, que se compro unas botas y no se las puso por no desatar los cordones. Ansiaba su tesoro más que nada, lo adoraba y odiaba a la vez, pero nunca se separaba de él hasta que ese día se separo una milésima de segundo y Hasim, que andaba por ahí para males de sus desdichas, lo atrinco en cero coma. Falta no hace decir que Hasim se llevo la rosquilla consigo como buen Tolpal-Bolso que era y la historia la suegra más adelante os la contaré o más atrás pues es hora de comenzar a dar saltos a la comba del tiempo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Prologo

“Tres rosquillas para los Elfos, que discuten absurdamente sobre el color de la fallada.
Sietes rosquillas para los señores Enanos, para hacerlos un poquito más grandes.
Nueve para los hombres mortales condenados a convertirse en viejos verdes.
Una para el señor Pastelero en su fábrica de bollos
En la tierra de Gordor donde se extiende la crema.
Una rosquilla para engordarlos a todos. Una rosquilla para encontrarlos,
Una rosquilla para atraerlos a todos y hacer que no vuelvan adelgazar
En la Tierra de Gordor donde se extiende la crema”